La desaparición de la 'ch' y la 'll' del abecedario español
La Real Academia Española explica por qué estos dígrafos ya no son considerados letras en el abecedario actual del español.
El español, también conocido como castellano, es una de las lenguas más habladas en el mundo. Se estima que es el idioma oficial en 21 países, principalmente en el continente latinoamericano. Según el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, “el español es una lengua global que vive un crecimiento constante muy significativo”. Este crecimiento no solo se traduce en un aumento en el número de hablantes, sino que también conlleva una serie de cambios y modificaciones que ocurren a medida que más personas se comunican utilizando esta lengua.
Los cambios en el idioma no se limitan únicamente a la adopción de nuevas palabras que provienen de otros idiomas o a las transformaciones que se producen en entornos digitales. Un aspecto notable de esta evolución lingüística es la desaparición de dos figuras ortográficas que anteriormente eran parte del abecedario español: la “ch” y la “ll”.
¿Qué pasó con la “ch” y “ll” en el abecedario?
Muchas personas mayores pueden recordar cómo, en su infancia, la “ch” y la “ll” eran consideradas letras del abecedario. Sin embargo, esta situación ha cambiado desde hace varios años. De acuerdo con la Real Academia Española (RAE), estos dos conjuntos de letras son conocidos como dígrafos, y dejaron de ser considerados letras del abecedario a partir de la edición de la ‘Ortografía de la lengua española’ del año 2010.
La RAE aclara que un dígrafo es un conjunto de dos letras o grafemas que representan un solo fonema. Esto significa que, aunque se escriben con dos letras, su pronunciación se realiza como si fueran una sola. Por ejemplo, en palabras como “charco” o “calle”, la combinación de letras produce un único sonido que se percibe en la lengua hablada.
La decisión de no incluir los dígrafos en el abecedario, tal como se enseña en la actualidad, responde a un movimiento hacia la simplificación y la estandarización del idioma. Según los expertos, esta modificación permite que la lengua española
“se asimilara al resto de lenguas de escritura alfabética, en las que solo se consideran letras del abecedario los signos simples”. Esto implica que, en lugar de tratar a la “ch” y a la “ll” como letras independientes, estas deben ser vistas como combinaciones de letras que representan sonidos específicos.
A pesar de esta modificación, es importante destacar que ambos dígrafos continúan utilizándose de manera habitual en la escritura y el habla. La integración de estos dígrafos en el alfabeto ha sido sustituida por el uso separado de las letras que los componen. Por lo tanto, la “c” y la “h” se emplean para formar el sonido de la “ch”, mientras que la “l” y la “l” se utilizan para crear el sonido de la “ll”. Esta adaptación no ha afectado la comprensión del idioma por parte de los hablantes, quienes siguen reconociendo y empleando estos sonidos en su comunicación diaria.
La evolución del español y su impacto en la educación
La evolución del español, que incluye la eliminación de dígrafos del abecedario, también ha tenido un impacto significativo en la educación. Las nuevas generaciones de estudiantes aprenden a leer y escribir en un contexto donde la “ch” y la “ll” no son consideradas letras por sí mismas. Esto ha llevado a que los métodos de enseñanza se adapten a las nuevas normas ortográficas, promoviendo una comprensión más clara de la estructura del idioma.
En el ámbito educativo, esta transformación ha generado un debate entre educadores y lingüistas sobre la importancia de mantener tradiciones ortográficas frente a la necesidad de modernizar la lengua. La RAE, como institución responsable de regular el idioma, busca encontrar un equilibrio entre la tradición y la innovación, asegurando que el español siga siendo una lengua rica y dinámica.

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