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Una madre desesperada, el joven que volvió a Colombia para morir y las historias más dolorosas del atentado en Cali: los rostros detrás de la tragedia

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El camión con cilindros bomba que explotó cerca de la Base Aérea Marco Fidel Suárez, en Cali, había chocado minutos antes a un taxi. Su conductor, Jorge Iván Velasco, de 37 años, contó que se salvó de milagro de convertirse en una de las víctimas que hoy enlutan a múltiples familias en la capital vallecaucana.
Velasco relató que el camión lo embistió por detrás cuando iba a recoger a unos pasajeros que le habían hecho señal de pare. Tras parquearse junto al andén para revisar los daños, se bajó furibundo para reclamar por el golpe y, cuando caminaba hacia el furgón, la detonación lo lanzó al suelo. Sufrió lesiones en la pelvis y una mano, y permanece hospitalizado en la clínica Nuestra Señora de los Remedios.
Un camión con placas del municipio de Sabaneta, en Antioquia, fue el que detonó en el atentado terrorista en Cali el pasado 21 de agosto.

Un camión con placas del municipio de Sabaneta, en Antioquia, fue el que detonó en atentado en Cali. Foto:Suministrada | Juan Pablo Rueda.

El taxi que conducía Velasco, que no es de su propiedad, terminó con afectaciones traseras por el choque y frontales por la onda explosiva.
“La verdad, agradecido con Dios, fue algo muy impactante, algo muy, muy, muy aterrador, de sentir la explosión y vivirla ahí metido. ¡Fue algo muy feo!”, dijo, siendo muy enfático en que estuvo a unos segundos menos dentro del vehículo de perder la vida. Pero su historia, aunque con un final agridulce, puede ser contada por su protagonista. Seis caleños hoy ya no pueden contar la suya.

No alcanzó a recoger a su sobrina en su taxi

Siendo las 2:45 de la tarde, una sobrina de Jhon Éder Parra lo llamó para que la recogiera en su taxi. Él, de 59 años y quien vivía junto con su hermano en San Marino, ya que su hijo y su pareja viven en España, solía responder de inmediato cuando familiares y conocidos lo requerían. En el barrio se le recuerda como un hombre servicial.
Cuando conducía frente a la base aérea, la onda expansiva alcanzó de frente su carro, que quedó con la coraza retorcida e incontables perforaciones por la metralla, así como el cuerpo de su conductor. El taxista no tuvo oportunidad de escapar: murió en el acto.
Atentado en Cali, 21 de agosto

Atentado en Cali, 21 de agosto Foto:@juanfotosadn

Además de manejar taxi, Jhon Éder se ganaba la vida como cerrajero. Era común verlo arreglando chapas, con algunas gotas de sudor sobre su frente y la lengua afuera, o solucionando problemas domésticos para los vecinos, quienes confiaban en él no solo por su oficio, sino por su calidad humana. Hoy, en San Marino y entre los taxistas caleños, su ausencia deja un vacío difícil de llenar y se escucha un mensaje al unísono entre sus conocidos: "Su muerte no puede quedar como si nada”.

No alcanzó a comprar un televisor para sus hijas

Cristian Leandro Riascos, de apenas 24 años, soñaba con tener un negocio propio de reparación de celulares, con el que esperaba poder brindarle trabajo a su esposa para darles a sus dos hijas una vida digna. “Era muy emprendedor”, dice su pareja, quien contó que vendían arepas para salir de problemas económicos que los mortificaban. Ahora, ella deberá afrontarlos sola, tras su muerte en el ataque.
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Murieron seis personas y 78 resultaron heridas por el atentado perpetrado con un camión bomba. Foto:EFE

Sus hijas, especialmente la menor, sienten con fuerza ese vacío. La mujer narra entre lágrimas cómo a la mañana siguiente del fallecimiento de su padre una de ellas intentó llamarlo con la mano, pero él no acudió: “No sé si sentía que su papá estaba allí”.
No solo es descrito como caballeroso, también era profundamente devoto: “Él era católico y conocimos a Dios, empezamos a ir a la iglesia y orábamos mucho antes de salir de casa”.
Su rutina era sencilla: salía a trabajar desde temprano y llegaba a almorzar con ellas. Por eso su ilusión era poder comprarles un televisor para ver los programas favoritos de las niñas en las tardes junto con ellas.

No alcanzó a reconstruir su vida tras volver al país

‘¡El negro, el político!’, como le gritan sus amigos al líder comunitario Alexander Zúñiga al cruzárselo en las calles de Puerto Mallarino, no esperaba escuchar en la voz de su sobrino de 13 años que su hijo estaba muerto y su hermana, al borde del deceso. “Me desmayé. Los vecinos me auxiliaron, me llevaron al hospital, pero yo solo quería volver a casa, entender qué había pasado”, relató entre lágrimas el padre de Jhon Alexander Zúñiga, de tan solo 28 años.
Reportan fuertes explosiones en inmediaciones de la Base Aérea en Cali

Al principio se reportaron como fuertes explosiones en inmediaciones de la Base Aérea en Cali. Foto:Archivos particulares de redes sociales

Tras pasar tres años en España, en busca de oportunidades que no llegaron, su hijo regresó a Colombia en Año Nuevo con el propósito de volver a empezar. Quería retomar su labor como servidor público, ya que había trabajado en comedores comunitarios, con la Secretaría de Bienestar de Cali.
El día del atentado, Alexander salió en moto junto con su tía para comprar ropa en el centro, sin saber que caería víctima de la violencia como muchos otros en este país. La imagen de su cuerpo destrozado en medio del caos terminó siendo viral en redes sociales, mientras ella era llevada a la Clínica Occidente, donde hoy lucha por sobrevivir tras la amputación de su brazo.

No alcanzó a despedirse de su único hijo varón

“¡Atiendan a mi hijo primero, por favor!”, les gritaba una mujer, cuya voz sangraba más que sus heridas, a los paramédicos que intentaban auxiliarla. A pesar de su desolador lamento y de sus fuertes apretones y zarandeos, el hombre que la atendía no concentraba su labor más que en ella. No es que no quisiera hacer caso al clamor de una desesperada madre, es que sabía que hacerlo era causa perdida.
Atentado terrorista en Cali este jueves 21 de agosto

Atentado terrorista en Cali este jueves 21 de agosto. Foto:Archivos particulares de redes sociales

Su joven hijo, Juan Diego Martínez, no sobreviviría y su nombre acompañaría a los otros cinco en la lista de los caleños asesinados en este, el segundo atentado del año ocurrido en Cali.
Testigos narraron cómo ella tomó la mano del cadáver del joven de 17 años, sin saber que él ya no se encontraba allí, y familiares contaron que luego de ser sometida a una cirugía de rodilla, a raíz de sus heridas, no le informaron de su fallecimiento por recomendación de un psicólogo. Ahora, esta familia del barrio El Poblado Campestre, en el municipio de Candelaria, no solo debe descifrar cómo decirle a la matriarca que perdió a su único hijo varón sino cómo seguir sin él.
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